Oráculos de frescura y deleite sensual nos guían hacia Zante, mientras una brisa cítrica nos envuelve y nos conduce suavemente sobre una corriente de almizcle. Con un poco de suerte, al llegar desde el mar Jónico podrás vislumbrar la playa de Navagio, resguardada bajo la sombra de un acantilado elegante y apacible que se extiende con languidez. En el cielo, el sol brilla pleno y acogedor como una bergamota, mientras una nube almizclada suaviza el fuego de la mandarina. Una isla eterna para una fragancia de solsticio.