Sintió que una gota de sudor le bajaba por la nuca. Estaba en silencio e inmóvil. Apenas parpadeando, su concentración eclipsó toda necesidad de oxígeno o un respiro de los músculos tensos. Una ligera brisa se movió sobre él, brindándole un momento de alivio, pero no se inmutó. Tenía los ojos fijos en un diamante, una parpadeante belleza azul y blanca del mundo. Su fuerte agarre hizo que sus manos sudaran, humedeciendo el mango de madera de su red. Contó hasta tres. Su respiración se detuvo en un instante y su momento había llegado. Se lanzó hacia adelante, con los brazos extendidos, y cayó sobre la mariposa de un solo golpe. Se estrelló contra el suelo y sus ojos buscaron un premio dentro de la red. Vacío. Su mirada siguió hacia arriba y vio los azules iridiscentes y el blanco brillar a la luz del sol, desapareciendo lentamente de la vista. La brisa fresca vino sobre él una vez más.
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Sintió que una gota de sudor le bajaba por la nuca. Estaba en silencio e inmóvil. Apenas parpadeando, su concentración eclipsó toda necesidad de oxígeno o un respiro de los músculos tensos. Una ligera brisa se movió sobre él, brindándole un momento de alivio, pero no se inmutó. Tenía los ojos fijos en un diamante, una parpadeante belleza azul y blanca del mundo. Su fuerte agarre hizo que sus manos sudaran, humedeciendo el mango de madera de su red. Contó hasta tres. Su respiración se detuvo en un instante y su momento había llegado. Se lanzó hacia adelante, con los brazos extendidos, y cayó sobre la mariposa de un solo golpe. Se estrelló contra el suelo y sus ojos buscaron un premio dentro de la red. Vacío. Su mirada siguió hacia arriba y vio los azules iridiscentes y el blanco brillar a la luz del sol, desapareciendo lentamente de la vista. La brisa fresca vino sobre él una vez más.